Hay quienes acompañaron la obra de sus esposos, otras enfrentaron la adversidad, con valentía, pero en todos los casos, guiadas por las directivas Divinas, privilegiando a esta ciudad con sus espíritus tenaces y fidelidad sin limites.

domingo, 2 de septiembre de 2007

Lina Erika Petterson de Ericsson


Lina Petterson, nació el 9 de abril de 1871 en Suecia, y fue convertida, por la gracia y obra del Señor a la temprana edad de 12 años. Desde el momento de su conversión, no obstante ser hija única en la familia, tuvo deseos impagables de ser misionera, en el verdadero sentido de la palabra, o sea, estaba poseída de un impulso, efectuado en su corazón por el Espíritu del Señor, de hacer conocer a otros el gozo que ella tenia en su salvación, y mas aún en su Salvador.
Se caso con Don Fridolf Ericsson, el 30 de agosto de 1891, en Suecia, y ambos vinieron a Rosario.
Doña Lina fue dada al hospedaje, como lo recomienda la palabra, y lo hacia con verdadero gozo, visitaba a los enfermos, y llevaba a cabo una incansable labor, ayudando a gente necesitada en las costas del río Paraná.
Su casa siempre estaba abierta para celebrar en ella reuniones de evangelización o edificación, Doña Lina nunca consideraba pesado el trabajo cuando era para el Señor..
Nuestra hermana no gozaba de robusta salud, pero su espíritu era tan fuerte, que ella era incansable en su obra.
Sus hijos, todos convertidos, Eric, Mary, Linnea, Miriam y Samuel.

El 29 de mayo de 1929, la obra sufrió la perdida de esta estimada hermana, tan bien conocida, no solo en Rosario, donde residió por mas de 37 años, sino en todos los centros de la república en donde haya obra evangelica.


Datos extraídos de la Revista "El Sendero de el Creyente" de agosto de 1929

CASILLA EN ALBERDI
Casilla donde se celebraban las primeras Escuelas Dominicales en Alberdi, vemos a doña Lina sentada en el extremo izquierdo de la fotografía


isla
En este lugar, Lina Petterson, ayudaba a la gente mas humilde que vivía entre charcos a la orilla del Paraná, donde hoy se encuentran grandes clubes como Club Náuticos y otros.
Porque no nos predicamos a nosotros mismos, si no a Jesucristo como nuestro Señor, y a nosotros como Sus siervos por amor de Jesus. 2 da. Corintios 4:5